28 de agosto de 2014

#IceBucketChallenger: “¿NO VALE LA PENA SALVARME?”

El ya famoso #IceBucket fue cambiando de tonalidad a medida que pasaba el tiempo. La primera semana nos picó la curiosidad por saber de qué se trataba tanto la campaña como “eso del ELA”. Se registraron miles, millones de búsquedas en Google sobre qué famosos se sumaban al desafío y a quiénes nominaban. -Ah, decíamos, el que acepta el reto desafía a otros tres!, tratando de seguir la lógica de este juego que pronto se vilarizó y superó todo tipo de fronteras.
Luego, una vez que nos acostumbramos al “juego”, perdimos la curiosidad por saber quiénes se dejaban empapar. Total, Messi ya lo había hecho, y George Clooney seguía galanteando con asumir o no el desafío, después de las cientos de nominaciones que recibió.

Opinología y algo más
Y, por supuesto, saltó nuestra inmediata capacidad de Opinólogos Profesionales, y una lluvia de cuestionamientos reemplazó al interés por los nominados.
“¿Por qué desperdiciar tanta agua, cuando hay miles de personas sin acceso a una red potable?” “¿No basta con pasar una cuenta bancaria para que la gente haga donaciones?”
“La gente”. Y esos cuestionadores, ¿no se consideran “gente”? Sinceramente no quiero convertir este post en un retruco a los retruqueadores, sino animarnos a ir más a fondo en los planteos. Y sumar otros puntos de referencia, que nos centren en el objetivo de esta original campaña publicitaria: dar a conocer la enfermedad, y pedir colaboración para pagar la investigación de los laboratorios.

Un video que nos humanizó
Aquí está el meollo de la movida: y nos lo muestra de un modo realmente conmovedor Anthony Carbajal, un joven californiano al que le acaban de diagnosticar ELA, en un video casero (http://www.youtube.com/watch?v=qOfL-dpuXGk). Una vez más: cuando nos animamos a ver el rostro de los problemas, las propuestas adquieren luminosidad y matices insospechados. Entre lágrimas, con sólo 26 años, develó al mundo el nudo inhumano que fue el origen de esta campaña: “Sólo 30.000 personas en Estados Unidos sufren de ELA (…). Y no hay mucho incentivo para que las compañías farmacéuticas inviertan billones de dólares para desarrollar una medicina porque yo no significo una ganancia para ellos. ¿No vale la pena salvarme?


Anthony Carvajal, enfermo de ELA

Superficiales, insensibles, sorprendidos, fue la sensación que tuvimos muchos. Este video rompió la inercia de ir viendo qué famosos se dejaban empapar, y a quienes nominaban. Como siempre, fue llegar al corazón humano de la demanda a cubrir para que nos dejemos empapar el alma. Una demanda que hablaba de la vida y de la muerte, de la calidad de esa vida y del cumplimiento de las expectativas personales. De madurez, en una palabra, para afrontar las consecuencias del ELA y su impacto en la vida de quienes más queremos.

Un nuevo desafío para todos
Ahora que el impacto en la sociedad ya se logró, sería hora de que la organización diera a conocer los métodos para estudiar la deseada droga para curar del ELA. Por algunos sitios web circuló la noticia que para su investigación, necesitan experimentar con células madre embrionarias. ¿Esto no significa “pan para hoy, hambre para mañana”?. Esta vía no sólo no es “rentable”, en el sentido que lo dice Anthony, sino que excede la lógica de toda investigación. Caer en la discriminación de utilizar a algunos para salvar a otros, hace ruido en cualquier conciencia.

Por otro lado, nos enfrentamos a el desafío más profundo: ¿sólo nos divertimos siguiendo la evolución de la campaña, o donamos a ésta u otro institución caritativa? Ojalá que sí, que estos baldazos de agua fría de muchos, nos hayan llegado al corazón (y al bolsillo, que pasa a ser el dios de nuestra generación) de todos.

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